miércoles, 27 de marzo de 2013

II EL PERÚ Y LA COMPLEJA VECINDAD

Una mirada actual a nuestros países limítrofes

El Perú limita con cinco países, todos ellos –excepto el Brasil- herederos del imperio colonial español en América.

Mientras duró la dominación ibérica, las competencias territoriales de virreynatos, audiencias y capitanías, eran datos relativos, variables, susceptibles de ser modificados en cualquier momento en función de los intereses y necesidades de la metrópoli y de la administración colonial. Las relaciones entre los habitantes y actores económicos, entre ciudades y sus áreas de influencia, se desenvolvían, sin embargo, en ciertos ejes y de manera estrecha, con poca consideración a la competencia territorial de cada una de esas administraciones, asunto que viéndolo retrospectivamente  no deja de llamar la atención, más aún cuando la conectividad era por lo general muy deficiente. Ejemplos de ello son las  rutas comerciales de la plata, que involucraba el sur peruano con el Alto Perú y particularmente con la Villa Imperial de Potosí; o aquella otra que conectaba el puerto de Paita, en el norte del Perú actual, con los feraces valles andinos de la entonces Audiencia de Quito; o una tercera, que permitía la complementación productiva y el comercio de excedentes agrícolas entre la Capitanía General de Chile y el Virreynato del Perú;  territorios, todos ellos, que luego de la gesta de la Independencia han quedado repartidos bajo la soberanía de más de un Estado sudamericano.

El advenimiento de la República, no introdujo un cambio sustancial a esta situación mientras que, como nacientes entidades nacionales, nuestros países pasaron a relacionarse política y económicamente cada vez más con otras potencias extra-continentales (Inglaterra, Francia; Estados Unidos luego). Pero, conforme los Estados-Nación fueron individualizándose y fortaleciéndose, y las redes de transportes y comunicaciones densificándose y haciendo uso de tecnologías más eficientes, se produjo un gradual vuelco en el proceso de ordenación y administración del territorio. En la actualidad, a pesar del enorme obstáculo para la articulación e integración interna del Perú (así como de los países vecinos) que representan los Andes o la Amazonía, no puede negarse que nuestros progresos en esa materia han sido muy grandes en décadas recientes.

En ese contexto, la mirada y la intensidad de la relación con los países limítrofes también ha operado en tiempos recientes un giro básicamente cuantitativo. De lejanos “países hermanos”, más presentes en el imaginario que en la vida cotidiana, pasamos otra vez a interactuar, ya no sólo sobre determinados ejes o rutas regionales como en el pasado colonial, sino de manera integral y en los más diversos campos de la vida entre sociedades y economías nacionales vecinas. A partir de la construcción de carreteras y vías férreas transcontinentales, del progreso de las telecomunicaciones,  de la densificación y mayor autonomía de las redes de transporte aéreo, de las oportunidades que abren los procesos de integración, y –como no- de los impactos de la globalización, estamos redescubriendo el significado de la vecindad, pero sin que ello sea suficiente todavía para introducir a esa nueva relación un cambio fundamentalmente cualitativo:  reconocer plenamente en nuestros países vecinos al hermano largamente ausente; eliminar ciertos temores; diluir los estereotipos; animarnos a desactivar algunas estridentes alarmas; construir puentes de relación perdurables... 

Por esa razón, dejando momentáneamente de lado el desarrollo de nuestra serie “Las Regiones Naturales del Perú” (capítulo I de esta sección “Ensayos”), damos inicio, a continuación, a esta otra serie –capítulo II- que titulamos “El Perú y la compleja vecindad”  en la que presentaremos, gradualmente, cinco breves ensayos introductorios al conocimiento de cada uno de nuestros países vecinos.  Dejamos constancia, eso sí, que el término “complejo” alude aquí a lo denso y difícil que nos resulta asimilar, en pleno siglo XXI, la realidad geográfica, cultural, social y económica de entidades nacionales próximas geográficamente, vinculadas por fuertes lazos en el pasado,  pero que durante los dos últimos siglos han evolucionado, al igual que el Perú, casi divorciadas unas de otras, siendo que los retos globales del mundo contemporáneo, los más altos postulados de la integración regional, y, por supuesto, el interés de nuestros pueblos, plantean como una exigencia que ellas se vuelvan a reencontrar.

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