jueves, 21 de septiembre de 2023

III. CIRO HURTADO FUERTES: RECUPERAR LOS RECURSOS NATURALES PARA MEJORAR LA ALIMENTACIÓN DEL PUEBLO PERUANO

Más allá de la masificación de la gastronomía peruana por el mundo, estamos asistiendo en los últimos años a la proliferación de ciertos experimentos culinarios de ingeniosos chefs -“cocina de autor” que le dicen- consistente en la utilización de plantas comestibles, o parte de ellas (hojas, raíces, tubérculos, granos…) para crear novedosos platillos, que son presentados como propios de un ecosistema o piso altitudinal peruano, logrando vistosos resultados, aparentemente plenos de nuevas texturas, colores y sabores, pero que consideramos nadie se animaría a calificar como propios de la tradición gastronómica de nuestro país. Lo que la mayoría de los peruanos no sabemos es que los insumos utilizados para esos novedosos experimentos culinarios, han sido utilizados por los antiguos peruanos desde hace miles de años atrás, y que desde la conquista española, fueron desechados y reemplazados, en su mayor parte, por plantas alimenticias introducidas por los conquistadores complementados luego con otros ingredientes como los aportados por los inmigrantes asiáticos, chinos y japoneses principalmente. Entre los meritorios profesionales que dedicaron sus trabajos de investigación, el aula universitaria y sus publicaciones -en una palabra, su vida-  para recuperar para la alimentación popular esos productos en los que otros sólo buscan el camino de amasar fortuna, destaca el Geógrafo Dr. Ciro Hurtado Fuertes, a quien dedicamos esta semblanza.

Esta reseña sobre la vida y obra de nuestro Maestro, no hubiera sido posible sin la generosa contribución de Javier Hurtado, hijo del Dr. Ciro Hurtado, quien cuida de su padre en la localidad de Uchiza, departamento de San Martín en donde se encuentra viviendo por razones de trabajo. Dada la avanzada edad del Dr. Hurtado -a punto de cumplir 97 años al escribir estas líneas- no nos ha sido posible conversar directamente con él, porque razonablemente a estas alturas de su vida está afectado por problemas de audición y de memoria, por lo cual el nexo telefónico con Javier Hurtado ha sido invalorable para concretar esta semblanza. Tanto como el apoyo desde Lima, de quien seguramente es su principal discípulo, nuestro distinguido colega Geógrafo Dr. Jorge Chancos Pillaca, a quien también le expresamos nuestro agradecimiento por su voluntad y tiempo dedicado a lo largo de varios reuniones personales, en este esfuerzo por dejar huella escrita de la importante semilla dejada por Ciro Hurtado en lo que hace a la recuperación de los recursos naturales del Perú para mejorar la dieta alimenticia de los peruanos y acabar con la malnutrición en nuestro país, sin necesidad de destinar cuantiosos recursos a la importación de alimentos, situación que pone en serio riesgo la seguridad alimentaria de nuestra Patria.

Sirvan, entonces, los párrafos que siguen para rendir homenaje al Dr. Ciro Hurtado Fuertes, sin dejar de expresar nuestra crítica a quienes han aprovechado de su legado científico sin siquiera mencionar su nombre o dedicarle una palabra de reconocimiento.

Consideramos que con esta semblanza, sumada a la que en entregas pasadas hicimos de las correspondientes a los Geógrafos, Doctores, Javier Pulgar Vidal y Carlos Peñaherrera del Águila, completamos la trilogía de los tres más ilustres geógrafos peruanos del siglo XX.

  

Los primeros años: Lachaqui, Canta

Ciro Jesús Hurtado Fuertes nació en la comunidad de Lachaqui, provincia de Canta, departamento de Lima, el 15 de octubre de 1926, de modo que al escribir estas líneas se encuentra al borde de cumplir los 97 años de edad. La comunidad de Lachaqui es un poblado andino que apenas sobrepasa actualmente los 1,000 habitantes y que tiene su origen en las reducciones dispuestas por la agregación de diversos ayllus, sobre la base de las ordenanzas del Virrey Toledo, siendo fundado en 1735. Actualmente, Lachaqui es la capital del distrito del mismo nombre, creado por ley del año 1952.

 

 


Lachaqui se ubica en la cuenca del río Chillón, a una altitud de 3.668 msnm, es decir, ingresando a la región natural que Javier Pulgar Vidal denomina Suni, aquella, donde los valles andinos se estrechan, y dan lugar a un territorio atravesado por ríos y quebradas de empinadas vertientes, mientras que el clima se torna, conforme se asciende, cada vez más frío. En esa medida, las aptitudes agrícolas de la zona son pocas, prestándose más para el desarrollo de la ganadería bovina, que es precisamente la actividad a la que se dedicaba el abuelo de Ciro: engorde y comercialización del ganado, que se alimentaba de los pastos en esta región que anticipa la puna, animales que eran llevados a pie en busca de los mejores pastizales, inclusive pasando de una cuenca a otra, como las tierras de las comunidades de Pampacocha, Kollo, Chaclla y Jicamarca, entre las principales, ubicadas ya en la provincia de Huarochirí. Este recorrido estacional era de gran disfrute del pequeño Ciro desde los 10 años de edad, sin comprender todavía que esa aproximación al mundo rural andino, a los paisajes de altura  y a los pueblos campesinos de la serranía, con sus hábitos alimenticios, su música y en general sus elementos culturales, se iban a convertir, años por delante, en su inspiración para construir toda una propuesta para la mejora de las condiciones de vida de los peruanos.

Ciro Hurtado realizó sus estudios primarios en la escuela fiscal N° 422 de Lachaqui y los secundarios en la capital provincial, la ciudad de Canta. Como Lachaqui se encuentra a 122 km de Lima por la ruta que desde Lima pasa por Santa Rosa de Quives, llega a Canta y hace una inflexión para tomar un corto camino de cerca de 20 km -eso sí, escarpado- para llegar a Lachaqui, no fue gran problema para Ciro, trasladarse a Lima al terminar la secundaria y postular a la Pontificia Universidad Católica, a donde -muchacho inteligente- ingresó a estudiar para docente de Historia y Geografía en la escuela secundaria, titulándose el año 1952.

Ciro ya había descubierto y logrado darle forma a una primera vocación: la de docente. Es así como entre 1953 y 1958 ejerce como profesor de Historia y Geografía en diversos colegios de la capital del país, tanto públicos como privados: Divino Maestro, Peruano-Norteamericano de Miraflores, Nuestra Señora de la Merced, Gran Unidad Escolar (G.U.E) Bartolomé Herrera, G.U.E. Ricardo Palma, G.U.E. Pedro A. Labarthe.

 Los estudios en San Marcos y el inicio de su apostolado docente

Pero Ciro se había fijado más altas metas: quería seguir profundizando sus conocimientos y estudios para concretar su  vocación de Geógrafo, por lo que no dudó luego de concluida su formación de docente escolar y de ganar experiencia algunos años como tal, ingresar, a mediados de la década de 1950, al prestigioso Instituto de Geografía de la Universidad Mayor de San Marcos, dirigido entonces por el Coronel E.P. Gerardo Dianderas, excelente Geodesta y Matemático, pero donde también descollaban insignes profesores como Emilio Romero, profesor de Geografía Económica; Ella DunbarTemple, que hacia el nexo entre dos ciencias hermanas, Geografía e Historia; y Erwin Schweigger, excelente conocedor del litoral y el mar peruano, todos ellos con publicaciones muy prestigiadas resultado de sus serias y brillantes investigaciones. Pero además, en el Instituto de Geografía descollaba un joven profesor con sus cursos en los que enseñaba una nueva tesis de clasificación  del territorio nacional en 8 regiones naturales: el Dr. Javier Pulgar Vidal.

Ciro Hurtado quedó prendado de las enseñanzas del Dr. Pulgar Vidal y gradualmente se convirtió en uno de sus más fieles discípulos, con quien además, empezó a adentrarse en el conocimiento científico y ya no sólo práctico de los recursos naturales renovables del Perú, especialmente de aquellos útiles para su industrialización, de modo de ayudar a generar ingresos para la enorme masa campesina andina que apenas sobrevivía en el Perú profundo del tránsito de los años ’40 a los ’50 del siglo pasado; pero, ante la miseria predominante en el campo, también empezó a estudiar y sistematizar conocimientos sobre algo que él, en la dimensión práctica y en función de su origen campesino, conocía bien: la capacidad de muchos de los recursos de la flora andina de contribuir a aliviar el hambre y a sostener a una población abandonada a su suerte por las castas de poder dominante y por el centralismo agobiante. Empieza entonces, con el apoyo de su cerebro privilegiado y sus ímpetus juveniles, a diseñar sus proyectos de investigación en relación a la Recuperación de los Recursos Naturales del Perú. Había empezado a desarrollar la segunda de sus vocaciones: la de investigador sobre los recursos naturales alimenticios del país.

Es así como, con el grado de Bachiller en Geografía y el de Doctor en Geografía por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (este último grado obtenido en 1961), empieza a dictar sus cursos en el nivel educativo superior, instancia en donde día a día va ganando prestigio, hasta que en 1959 es tentado por el Rector de la Universidad de San Cristóbal de Huamanga quien lo invita a incorporarse como  Catedrático de Geografía en esa Universidad de la ciudad de Ayacucho, oferta que Ciro aceptó.

Sus primeras investigaciones en la Universidad de Huamanga

Al poco tiempo de integrarse a la Universidad de Huamanga, el rector universitario le solicita al catedrático Ciro Hurtado que conduzca investigaciones respecto a los recursos naturales de la región que pueden aprovecharse para mejorar la alimentación de la población,  y otros que permitan generar ingresos que se reflejen en la mejora de las condiciones de vida, especialmente del campesino. Ciro reflexiona y le da su respuesta: en Ayacucho, esos recursos, por lo demás abundantes, son el molle, la tara, el maguey y el aliso… y con la venia del rector y el apoyo de biólogos y otros profesionales así como la recurrencia a laboratorios cuando fuera necesario, empieza a profundizar sus investigaciones sobre estos recursos naturales andinos, estableciendo que:

El molle (schinus molle), como árbol propio de los Andes Centrales, de tamaño pequeño a mediano, habitualmente de 6 a 8 m de altura, tiene multiplicidad de usos en la medicina tradicional. Su corteza y resina tiene propiedades tónicas, antiespasmódicas y cicatrizantes y la resina es usada para aliviar las caries. Los frutos frescos en infusión se toman contra la retención de orina. Las hojas hervidas y los baños con el agua de las hojas en decocción, sirven como analgésico, cicatrizante y antiinflamatorio de uso externo, y las hojas secas expuestas al sol se usan como cataplasma para aliviar el reumatismo y la ciática, pero talvez lo más importante es que sus aceites esenciales activan el sistema inmunológico. En farmacología, se confirmó sus propiedades analgésicas, antiinflamatorias, antitumorales, antifúngicas, antivirales, antibacterianas, insecticidas y repelentes. Finalmente, en cuanto a sus usos industriales, se estableció que el aceite esencial del molle puede ser utilizado en dentífricos, perfumes y jabones como materia prima, mientras que las hojas se emplean también en la obtención de tintes naturales para tejidos en la región andina.

Con relación a la tara (Caesalpinia spinosa), que es un arbusto abundante en los Andes peruanos, se estableció que las vainas eran muy utilizadas en la medicina tradicional para tratar diversas dolencias debido a su efecto antibiótico contra enfermedades respiratorias e infecciones de la piel. Además, los principios que contienen sus vainas son óptimos para su uso en la industria de la curtiembre, a tal punto que actualmente el valor de las mismas es interesante, suficiente como para sostener plantaciones de tara, las que crecientemente se desarrollan en algunos departamentos andinos, como Cajamarca, especialmente.

En cuanto al maguey (agave) en los andes peruanos se encontró por lo menos doce variedades en altitudes que van de los 1,500 a 3,000 msnm con denominaciones tales como penca, cabuya, paqpa, chuchau, entre otros. Básicamente el maguey tiene dos usos: con sus fibras se pueden preparar sogas y sacos para envasar productos orgánicos tales como café o cacao, en vez de utilizar sacos plásticos de polipropileno; también de su zumo se puede preparar una bebida que fermentada puede convertirse en un licor comercialmente interesante, similar al tequila o mezcal mexicano, y que actualmente ya se produce y comercializa a escala industrial.

Finalmente, en cuanto al aliso andino (alnus acuminata), árbol de hasta 20 metros de altura que prolifera en cañadas y laderas húmedas y se distribuye altitudinalmente desde los 1400 a 3200 msnm. La madera y los troncos se utilizan para la construcción de casas, especialmente vigas; la corteza rica en taninos se usa para curtir cueros. En la medicina tradicional las hojas frescas maceradas en alcohol sirven para fricciones contra el reumatismo. Al respecto, se estableció que las plantaciones de aliso, podrían dar lugar a una industria de la madera a partir de bosques andinos manejados, complementando o reemplazando, según las condiciones de cada zona, al eucalipto, especie introducida que es la más usual para los fines señalados en los andes peruanos.

En la Universidad de Huamanga, los trabajos de campo con Ciro Hurtado a la cabeza de sus alumnos despertaron en la comunidad universitaria y en distintos medios, gran interés por conocer los recursos naturales con mayor opción de un aprovechamiento económico, proceso en el que contribuyó otra técnica introducida por su maestro Javier Pulgar Vidal: la toponimia. Gracias a ella, Ciro conoció y estudio los lugares en donde habían bosques con especies nativas, a fin de evaluar el potencial de estas formaciones boscosas y considerar la posibilidad de su uso sostenible en beneficio de las comunidades campesinas, en una labor de intensa y efectiva proyección social.

Docencia e investigación: la suma perfecta

Ya iniciada la década de 1960, Ciro no descuida sus dos líneas de trabajo: la docencia y la investigación. En ambos casos, encontró que la capacitación en centros superiores especializados era una excelente opción. Así, en 1960 fue becado por la Organización de Estados Americanos (OEA) para estudiar en el Centro Panamericano de Recursos Naturales de Brasil. Allí conoció a geógrafos precursores de la Geografía Moderna en la región, como Josué de Castro, originalmente de profesión médico, quien escribió una obra que ha quedado grabada en la mente de muchos geógrafos preocupados por los problemas de la pobreza y la malnutrición que prolifera en nuestra América Latina: “La Geografía del Hambre”. Años más adelante, también conoció e hizo amistad con el Geógrafo brasileño Dr. Milton Santos, quizás el geógrafo latinoamericano más universal, por sus trabajos y su docencia en prestigiosas universidades de varios continentes, con quien compartió no sólo conocimientos geográficos sino también ideas políticas, participando juntos en diversos eventos como el “I Encuentro de Geografía de Bahía, Brasil” de 1997, titulado “Los Lugares del Mundo – La Globalización de los Lugares”, amistad que mantuvo hasta el fallecimiento del profesor Santos el año 2001.

Concluida su beca en Brasil, regresó al Perú y retomó sus cursos de Geografía. A este blogger, en particular, le tocó ser su alumno en el curso de “Geografía Humana”, que el profesor Ciro lo desarrolló, utilizando dos textos, a modo de una Geografía Humana comparada, peruana vs norteamericana: el libro de su autoría “Introducción a la Geografía Humana” y el famoso texto “América Anglosajona” del profesor Langdon White, geógrafo estadounidense a quien Ciro conoció pocos años después dado que entre 1974 y 1975 viajó a los Estados Unidos en calidad de profesor visitante de las Universidades de Arizona, en Tucson, y de California en Berkeley, San Francisco.

En el área docente, Ciro Hurtado se respaldó mucho en sus trabajos publicados que constituyen una larga lista de títulos de gran acogida en el ámbito universitario, no sólo de Geografía sino de las ciencias sociales y de las Facultades de Educación. Al respecto, podemos mencionar: Geografía de los Recursos Naturales Vegetales (1962); Introducción a la Geografía Humana (1964); Geografía de los Recursos naturales Animales (1966); Nuevas Hortalizas para mejorar la alimentación y nutrición (1977); Recursos Naturales del Perú (1981); Tecnología Alimentaria del Perú Prehispánico (1982); La alimentación en las comunidades nativas de la amazonía (1985); Domesticación de Nuevas Especies Herbáceas para integrarlas a la Alimentación Latinoamericana (1988); Llutuyuyo, alimento de las futuras generaciones (1966); La alimentación en el Tahuantinsuyo (2000); Hortalizas nativas, alimenticias y medicinales (2003); Geografía del Tahuantinsuyo y su trascendencia (2005); Geografía Nueva del Perú, potencialidades geográficas del Perú para la seguridad alimentaria (2011). Asimismo, muchos artículos científicos en revistas especializadas nacionales y extranjeras.

Varias de sus publicaciones tratan de su preocupación por introducir el enfoque de la Teoría General de Sistemas a la geografía peruana que propició en la Escuela Académico Profesional de Geografía de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos desde 1970. A esta línea de preocupación responden sus libros Introducción a la Geografía Sistémica (1985 y 2000) y Geografía Nueva del Perú: Espacio Geográfico Social (2002), entre los principales, en donde busca la integración entre Geografía Física y Humana.

Su experiencia docente lo ha llevado, a ser profesor en numerosas universidades del país, públicas y privadas. Además de su alma mater, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, ha sido profesor de la Universidad Nacional San Luis Gonzaga de Ica; Universidad Agraria de la Selva, en Tingo María; Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle (La Cantuta). Y, entre las privadas, la Pontificia Universidad Católica del Perú; Los Andes de Huancayo; San Martín de Porres; e Inca Garcilazo de la Vega. También ha sido profesor de las Escuelas de Post-grado de San Marcos, Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga; Universidad Nacional Federico Villarreal, Universidad Nacional Agraria de la Selva de Tingo María, y la Universidad Privada de Juliaca.

Pero, ¿cómo resumir los aportes del Dr. Ciro a través de su largo desempeño como docente e investigador?. Lo que Ciro ha hecho como tarea principal, es potenciar la revalorización, recuperación e incorporación a la dieta alimentaria de la población peruana y latinoamericana de los recursos naturales, principalmente vegetales, andino-amazónicos. En ese sentido, realizó una árdua labor de proyección social desde la cátedra, combinando la teoría con la práctica; organizando cursos y talleres en convenio con comunidades educativas, comunidades campesinas e instituciones provinciales. También, durante el gobierno militar del Gral. Juan Velasco (primera mitad de la década de 1970) por encargo del Ministerio de Educación, preparó un plan para la recuperación de los alimentos nativos, vegetales y animales, lo que le llevó a dictar conferencias en todas las capitales de departamento del país para que los docentes de las áreas competentes pusieran en práctica sus conocimientos y enseñanzas. También durante ese periodo asesoró al Ministerio de Agricultura y dirigió la publicación de la revista “La Olla” donde informaba de una manera atractiva a la población sobre los valores nutritivos de muchos de los recursos naturales alimenticios del Perú.

¿Logró su objetivo?. Escuché una vez, al final de su vida activa como investigador y docente, pronunciar al profesor Ciro la palabra: “he fracasado”. Pero ese es un juicio personal pesimista, que, por lo demás, refleja mucha modestia. Viendo el tema objetivamente, por supuesto que se ha logrado mucho. ¿Quién no conoce en el Perú de hoy, el valor nutritivo, la alta concentración de antioxidantes, la abundancia de proteínas o de distintas vitaminas que se encuentran en gramíneas como la quinua o kiwicha, leguminosas como el tarwi (taure o chocho), rizomas como la maca, frutos como el aguaymanto, hortalizas nativas alimentarias y medicinales, y algas de cuerpos de agua continentales y marinos?. Productos que además de ser nativos, por lo general tienen precios accesibles en el mercado, aliviando el crecimiento de la dependencia alimentaria de productos introducidos, caros y que no producimos o lo hacemos de manera altamente insuficiente (cereales, aceites, cárnicos, lácteos).

¿Cómo creer que Ciro Hurtado ha fracasado cuando, por ejemplo, trabajó en demostrar, entre muchos otros productos nativos, las bondades del tarwi, taure o chocho, ya mencionado?. Una leguminoso que crece en los altos Andes, hasta los límites entre las regiones suni y puna, muchas veces como cerco vivo y que no sólo tiene alta concentración de calcio y proteínas, sino que, además, generosamente, fija el nitrógeno en suelos generalmente pobres. El tarwi contribuye a regular la concentración de azúcar en la sangre, por lo que su consumo es muy recomendado para personas con diabetes. Posee ácidos grasos esenciales que contribuyen al óptimo desarrollo del sistema nervioso central y potencia el funcionamiento del sistema inmune frente a infecciones y enfermedades. Además, puede prepararse en decenas de formas: como ensalada, en sopas, cebiche, y hasta como leche de tarwi. Por eso decepciona y hasta subleva confirmar la falta de visión y de acción de las autoridades vinculadas a la promoción de nuestros alimentos nativos, cuando vemos que el peruano de a pie, de camino al trabajo en las mañanas, en ocasiones pide en los puestos y carritos instalados en la calle, un vaso de soya, producto que importamos de las regiones del oriente de Bolivia o del Brasil, en vez de tomar leche de tarwi, un alimento mucho más nutritivo y completo, propio de nuestros Andes. Entonces, ¿quién ha fracasado?. En todo caso son los organismos de gobierno encargados de velar por una alimentación adecuada de nuestra población más necesitada, con productos nativos altamente nutritivos que no necesitamos importar y que, por el contrario, pueden contribuir a resolver los problemas del hambre y la mala nutrición en el mundo.

Mi experiencia como su alumno

En lo personal, no seguí muchos cursos con el Dr. Ciro, pero sí recuerdo su casi obsesión por las prácticas de campo. Y tenía mucha razón en priorizar aquello. Ya lo hemos dicho en otro lugar y momento de este blog: el territorio, es el laboratorio del trabajo del geógrafo. En sus salidas de campo, Ciro privilegiaba el contacto con la gente, con el campesino de la comunidad de las alturas andinas, de modo de que tomáramos nota, de primera fuente, de cuánto trabajo costaba sacar el producto de la tierra: de los trabajos que habían de ser realizados para asegurar la provisión de agua para los cultivos mediante el cuidando de la cuenca de recolección para no sufrir las consecuencias de la sequía; de la preparación de la tierra para el sembrío; de la selección de semillas; de los límites altitudinales hasta donde cada planta podía desarrollar y entregar productos que justificaran el esforzado trabajo; de las formas de organización social del trabajo heredadas de un pasado prehispánico: la mita, el ayni, la minga; del intercambio, en las ferias campesinas, de productos entre comunidades pertenecientes u ocupantes de ecosistemas diferenciados pero complementarios…

El Dr. Ciro nos introdujo al conocimiento amplio del Perú Profundo. Recuerdo algunas prácticas, sobre todo de una que duró diez días, aprovechando los días de nuestras Fiestas Patrias y el receso de clases entre ciclo y ciclo, y que nos llevó a las comunidades de la cuenca del Santa Eulalia, río afluente del Rímac por la margen derecha que se une al curso principal apenas aguas arriba de Chosica. Bueno, en los poblados campesinos de esa zona, como Carampoma, Laraos, San Pedro de Casta, encontrándonos a menos de 100 km de distancia de la capital del país, era como si entráramos al túnel del tiempo. La pobreza de los campesinos era patente, tanto como su generosidad para con esos muchachos universitarios aventureros que venían de la capital. Esos pueblos no tenían luz, agua potable, pistas ni veredas, ni ningún signo de la “modernidad” del Perú urbano de donde procedíamos. Para dormir, ellos generosamente nos alojaban en el altillo de sus muy modestas viviendas y nos proporcionaban pieles de carnero para dormir sobre ellas, las que en ocasiones tenían tal abundancia de pulgas que era prácticamente imposible pegar el ojo en la fría noche serrana. Y al amanecer, tampoco había cómo siquiera asearse porque el agua canalizada a la altura del pueblo desde la quebrada bajaba helada y las señoras nos advertían: “!joven, no se lave la cara!!.... se le va a rajar la piel!!”.

Entre pueblo y pueblo nos trasladábamos por muy angostos senderos, cargando pesadas mochilas, teniendo como telón de fondo los altos picos de la cordillera occidental y, pendiente abajo, abismos sin fondo, hacia donde era mejor no dirigir la mirada mientras nos desplazábamos. Sin embargo, esos campesinos, olvidados por todos los niveles del poder se sentían peruanos, querían a su país, tanto que justamente el 27 de julio, víspera de nuestras Fiestas Patrias, nos sorprendió escuchar por la noche en uno de estos pueblitos, en medio de la oscuridad reinante, a gente que cantaba el himno nacional y cuya voz se sentía progresivamente más cercana. Cuando la marcha llegó a donde nos encontrábamos, vimos que se trataba de los hombres y mujeres del pueblo que marchaban con velas en una mano y con la banderita patria de papel en la otra, y que las señoras tenían atado a su cabello un pan de forma alargada que, al averiguar cual era su significado, el, profesor Ciro nos explicó: “es para agradecer a la Pachamama por la buena cosecha y a la vez, pedirle porque la próxima también lo sea”. ¿Cómo así esta gente, estos peruanos que vivían al borde de la miseria, carentes de los servicios más elementales, podían sentirse orgullosos de ser peruanos, homenajear a la Patria y agradecer a la Pachamama?: La respuesta es: el Maestro del pueblo. Esa era la persona clave que en medio de una situación de carencias extremas, era capaz de organizar a los pobladores para reafirmar su sentimiento de peruanidad y, con optimismo, acrecentar en ellos la esperanza de que vendrán días mejores.

La vida gremial y los reconocimientos a su labor

Pero el Dr. Ciro no se limitó a su labor docente y de investigación sobre los recursos naturales alimenticios del Perú, sino que se dio tiempo para organizar a los geógrafos, participar en sus organizaciones pre-gremiales o de investigación, de manera de hacer sentir su voz y sobre la necesidad de contar con el aporte de estos profesionales en los múltiples proyectos y actividades relacionadas al desarrollo del país. Así, empezando la década de 1960 fue fundador y Presidente de la Asociación de Geógrafos Peruanos (AGP) a través de la cual se organizaron diversos Congresos y se publicaron, en formato de libro, una buena cantidad de investigaciones de sus asociados y los anales de las actividades desarrolladas en ese marco. También fue socio activo de la Sociedad Geográfica de Lima; de The Association of American Geographers; de la Asociación Peruana de Nutrición; de la Sociedad Ecuatoriana de Medicina; de la Asociación Hispano-Andina de Historia de la Medicina; y Director del Instituto de Cultura Alimentaria Andina (INCAA). Finalmente, también se encontró, el año 2006, entre los fundadores del Colegio de Geógrafos del Perú – AGP, entidad gremial de la profesión, que tiene como uno de sus principales fines el de promover el desarrollo científico y técnico de la geografía en el Perú para contribuir con el desarrollo nacional y el de la carrera profesional de geógrafo.

Y entre sus reconocimientos, quizás uno de los más importantes es el que le otorgó la Organización Mundial para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) al entregarle la medalla CERES. el más alto galardón que concede la FAO a personalidades que se han destacado en el mundo por la contribución a la seguridad alimentaria y al desarrollo sostenible. Así mismo, el Dr. Ciro ha sido declarado Profesor Emérito de la Universidad San Luis Gonzaga de Ica, Doctor Honoris Causa por la Universidad Ricardo Palma, y Profesor Emérito por su alma mater, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, el año 2009.

Sirva, entonces, este texto, para rendir homenaje y dejar en la memoria colectiva la vida y obra del geógrafo peruano que se fijó como meta profesional, aliviar el hambre y la desnutrición del pueblo peruano con base en la recuperación de sus propios alimentos nativos y recursos naturales renovables. Dr. Ciro Hurtado Fuertes: la Nación le agradece por su amor al Perú, expresado en sus trabajos e importantes logros y le desea mucha salud y que siga disfrutando de un merecido descanso. Usted es un peruano que cumplió con creces con su Patria.

21 de septiembre de 2023

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