MADRE DE DIOS: QUÉ SIGUE DESPUÉS DE LA INTEROCEÁNICA



Madre De Dios es uno de los departamentos de mayor importancia estratégica para el Perú. Todavía casi despoblado no obstante su rápido crecimiento demográfico reciente, apenas cobija el 0,4 % de la población nacional. Conserva una enorme diversidad biológica, realidad que sus líderes locales y regionales utilizan para tratar de incrementar el turismo ecológico hacia este departamento al que han bautizado como la  “Capital de la Biodiversidad del Perú”. Posee la mayor reserva de suelos con potencial agropecuario en un país cuyo talón de aquiles natural es precisamente la escasez de suelos. En sus ríos abunda el oro aluvial. Cuenta con bosques que albergan un enorme potencial maderero y que ofrecen servicios ecosistémicos que todavía casi nadie valora. Y como si fuera poco, limita con dos países -Bolivia y Brasil- también amazónicos, teniendo Madre de Dios la gran ventaja de constituir la puerta para la proyección de las economías de la amazonía occidental  de esos dos países hacia la Cuenca del Pacífico.


El gobierno de Alejandro Toledo adoptó la decisión política de construir la Carretera Interoceánica Sur (CIS),  vía pavimentada, de primer orden, que permitiría desplegar todo el potencial de ese rico departamento, hacerlo parte del “Perú activo”, a la vez que fortalecer la integración con Brasil y Bolivia, países que entonces podrían canalizar sus productos amazónicos a través de esta vía para ponerlos en un puerto peruano y a través de ellos acceder a los dinámicos mercados asiáticos.



La CIS se construyó entre la última parte del gobierno de Toledo y casi todo el período de Alan García, concluyéndose en diciembre de 2010. Tiene una extensión total de 2,590 km de los que sólo 350 km se ubican en el sector brasilero, consolidando un corredor este-oeste, desde la frontera con Bolivia y Brasil hasta los puertos peruanos de San Juan de Marcona, Matarani e Ilo, con una inversión del orden de los 1,800 millones de dólares. En abril de 2009 los Presidentes de Perú y Brasil se reunieron en Río Branco, Acre, Brasil y suscribieron un auspicioso Comunicado Conjunto que dio pie, a continuación y hasta fines de ese mismo año, a la suscripción de varios acuerdos, concurrentes en el propósito de fortalecer la relación bilateral a través  de la CIS y particularmente a fortalecer la cooperación fronteriza.



La CIS fue inaugurada a inicios de 2011, pero a la fecha, es poco lo que puede mostrar como resultados concretos si bien es justo señalar que a año y medio de su entrada en operación, no se puede esperar mucho. Más bien en el último par de años, el deterioro ambiental y los conflictos sociales originados en torno a actividades extractivas informales o abiertamente ilegales (oro aluvial, extracción de madera) han agudizado los problemas de este departamento.



Sin embargo, es posible ofrecer algunos datos así como adelantar reflexiones en torno a la gran interrogante sobre a qué ha de servir esta vía en la que los peruanos y especialmente los hijos de Madre de Dios han puesto tantas expectativas. ¿Servirá la Interoceánica para como -todavía creen algunos- derivar  parte de la masiva y creciente producción agrícola y agroindustrial de la amazonía brasileña hacia puertos del Pacífico peruano?. Cifras del anuario estadístico del Acre, el estado brasileño fronterizo con Madre de Dios, indican que el año 2009, este estado exportó productos por un valor de… US$ 1,000 millones?; …US$ 2,000 millones?. No. Sólo por US$ 22 millones, compuestos casi íntegramente por productos de la madera en distintas presentaciones y por castaña. Eso representó el 0.014 % de las exportaciones brasileñas de ese año (154 mil millones US$, según datos de la CEPAL); es decir, se trata de valores por ahora irrelevantes.



Por otra parte, la enorme exportación de granos de los estados interiores centrales del Brasil, que alcanzó los 48.5 millones de toneladas solamente de soya en la campaña agrícola 2010-2011, no han generado hasta la actualidad una presión por encontrar nuevas rutas a través de los puertos del Pacífico para su colocación en los mercados de ultramar y específicamente los de la Cuenca del Pacífico. ¿Cómo se explica aquello?. 



Lo que ocurre es que Brasil, desde su gobierno federal, ha puesto en práctica una estrategia muy eficiente para potenciar sus hidrovías interiores, la misma que, a la larga, le ha supuesto abaratar los fletes entre un 40 a 60 % y llevar todos los granos de exportación desde el interior continental hasta un puerto sobre el Atlántico, sin depender del tránsito por un tercer país como el Perú.



Sin hidrovías ni sistema ferroviario que articulen ese “granero” del interior centro-sur del Brasil con los puertos peruanos sobre el Pacífico, pensar en la posibilidad de que en algún momento parte de las exportaciones de granos brasileños salgan por la CIS hacia puertos del sur peruano para su exportación, es una opción muy remota porque la carretera/camión no es el modo de transporte más eficiente para este tipo de carga. Asumiendo que solamente una tercera parte de la producción de soya del Mato Grosso, unos 6 millones de TM al año, se dirigieran hacia puerto peruano a través de la CIS, se necesitarían de 200,000 cargamentos de soya anuales en camiones de 30 TM de capacidad de carga, en promedio. Ello exigiría despachar 548 camiones diarios, uno cada 2,63 minutos… Desde el punto vista de la economía del transporte, esta opción resultaría inviable, no sólo por la distancia y los fletes mucho más onerosos que representa el transporte en camión respecto a la hidrovía o el ferrocarril, sino porque esta modalidad no tendría asegurado flete de retorno y se vería adicionalmente  gravada  por los costos de mantenimiento y reposición de la superficie de rodadura que, con un tráfico tan intenso, se deterioraría  rápidamente.



El proyecto de desarrollo de Madre de Dios, pobremente concebido por sus autoridades regionales, no contempla centralmente una estrategia para rescatar algunas potencialidades estelares de ese departamento. Esos planes de desarrollo, nada plantean, por ejemplo, sobre el despliegue del potencial agropecuario departamental. Los más de 1,3 millones de hectáreas de suelo apto para ese uso, una vez incorporadas eficientemente a la producción, podrían aliviar la creciente demanda interna de productos como la soya, el arroz o la carne vacuna, con su consecuente beneficio para la economía del país en su conjunto al reflejarse en la reducción de la dependencia de importaciones de productos agrícolas y pecuarios, pero, principalmente, debido a la incorporación efectiva de ese departamento al espacio activo nacional: Madre de Dios tendría en ese escenario una función y un lugar dentro de un Perú espacialmente más articulado e integrado.



Frente a nuestros vecinos brasileños, más allá de los acuerdos suscritos, que tomarán su tiempo en ser perfeccionados y aplicados, carecemos, por ejemplo, de una estrategia comercial para el corto plazo. No confiamos en nuestras propias capacidades y fortalezas competitivas. En vez de apostar todas nuestras fichas al establecimiento de un régimen de zona franca comercial, proyecto de ley que está depositado en el Congreso desde octubre de 2010, bastaría con que un alcalde lúcido y proactivo de una población fronteriza -la de Iñapari o la de Iberia por ejemplo-, promueva el establecimiento de un campo ferial, debidamente acondicionado, para ofertar variedad de productos manufacturados nacionales o agropecuarios, éstos últimos de los valles andinos y costeños, para la población brasileña de los estados del Acre, Rondonia y parte de Amazonas, que tiene un nivel adquisitivo mucho más alto que el de la población madrediosense y que, en función del modelo económico proteccionista que rige en el Brasil, paga por similares  o equivalentes productos brasileños altísimos precios  con el agravante de su generalmente baja calidad. Sólo la población del Acre es seis veces más que la de Madre de Dios. 



Las cosas pasan, entonces, en un primer momento, por aprovechar las ventajas del régimen de exoneración del IGV que rige para la amazonía peruana, de modo que sean los propios ciudadanos brasileños los que visiten Madre de Dios atraídos por la oferta de bienes de consumo final y duradero de alta calidad y bajo precio de origen peruano (por ejemplo, polos y otras confecciones del finísimo algodón pima); de productos de panllevar y de la agroindustria de nuestros valles andinos y costeños; convencidos de las bondades y superioridad de nuestra gastronomía frente a la de ellos… En síntesis, una vitrina de productos peruanos; un campo ferial,  combinación de Gamarra y Mistura.



¿Qué cómo ingresarán esos productos peruanos al Brasil?. Es un asunto que no nos incumbe: si Chile a través de la Zona Franca de Iquique y los propios bolivianos a través de ZOFRACOBIJA, esta última al otro lado del río Acre y frente a las poblaciones brasileñas de Brasilea y Epitaciolandia, han desplegado un modelo de zona franca comercial que, en síntesis, consiste en hacer pagar al (a los) país(es) vecino(s) parte de los costos de su propio desarrollo, ¿porqué los peruanos vamos a mostrar temor en desplegar nuestras ventajas competitivas, más aún cuando lo haríamos sin violar regulaciones ni normativas internacionales, sin recurrir a regímenes aduaneros especiales como el de las zonas francas, de dudosa honestidad y sobre el que, incluso, la misma Organización Mundial del Comercio – OMC ha planteado observaciones?.



Es cuestión de sumar visión y decisión. Esa vitrina o feria comercial estratégicamente ubicada en un punto de la CIS cercano a la frontera con Brasil, funcionará también como factor de estímulo del turismo receptivo, tanto masivo como privado hacia el resto del Perú y particularmente hacia el Cusco –esa “Meca” del turismo mundial- que, ahora, con la CIS en plena operación es fácilmente accesible desde Puerto Maldonado de donde se cubren los 532 km que separan ambas ciudades en alrededor de 10 horas, atravesando diversos ecosistemas y disfrutando de paisajes que no existen en territorio brasileño. Las condiciones están dadas.

(30/08/2012)

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