miércoles, 31 de octubre de 2012

II. CARLOS PEÑAHERRERA DEL ÁGUILA: EL SEÑOR DE LOS ATLAS DEL PERÚ


Esta semblanza se basa en las palabras de reconocimiento al insigne geógrafo peruano, pronunciadas por este blogger en un homenaje que se le tributó en noviembre de 2005, para el que previamente le hice una larga entrevista en su domicilio. Sumado a similar gesto hacia otros geógrafos peruanos y extranjeros, a cargo de otros colegas, este homenaje constituyó un segmento del “VII Congreso Nacional de Geografía”, realizado en el auditorio Pedro Zulén de la Biblioteca Central de la Universidad de San Marcos. Esta semblanza se complementa con aportes del colega Luis Briceño y vivencias personales de quien esto escribe, particularmente  en la etapa final de la vida de nuestro Ilustre Maestro.

La generación de conocimientos geográficos, son el producto de una labor intelectual compleja, del trabajo de análisis y luego de síntesis respecto de las relaciones que establecen las comunidades humanas con el espacio que habitan, proceso realizado por  ciertas personas dotadas de capacidades y de cualidades superiores. Y los conocimientos geográficos en el Perú, el desarrollo de la ciencia geográfica en nuestro querido país, no serían los mismos sin el aporte de quien, sin ninguna duda, ha sido uno de los más brillantes geógrafos profesionales de nuestra Patria: el Doctor Carlos Peñaherrera del Águila.


Los primeros años: el descubrimiento del Perú profundo
El Dr.  Carlos Peñaherrera del Águila, nació en la población de Uchiza, departamento de San Martín, en la amazonía  peruana, el 4 de febrero de 1924. Hijo de un agricultor y ganadero y de una profesora, transcurrió su infancia entre Saposoa y Uchiza, lugar este último en donde su padre era propietario de tierras agrícolas. Al concluir su educación primaria en Saposoa, la familia decidió trasladarse a Uchiza, recorrido que se hizo por camino de herradura hasta Juanjuí, más allá por trochas y senderos hasta Tocache Viejo, para completar el último tramo, hasta llegar a Uchiza, por río. Esos viajes permitieron el primer encuentro de nuestro futuro Maestro con la majestuosidad y feracidad de nuestra región amazónica, que años después sería la región de muchas de sus preocupaciones intelectuales.

La necesidad de realizar sus estudios secundarios que en esos años no era posible hacerlos en Uchiza, llevó a sus padres a adoptar la decisión de trasladarlo a él y a su hermano menor, Edwin, a la ciudad de Huánuco. Sin embargo, el río Huallaga en el mes previo al inicio de las labores escolares, se encontraba muy cargado y era imposible “surcarlo” para llegar en bote a Tingo María y continuar de allí por tierra a Huánuco, mientras que, por otro lado, las carreteras aún estaban lejos de conectar esa región del país, por lo cual su señora madre, dama de gran temple, decidida a que sus hijos no pierdan el año escolar, los embarcó con dirección a Huánuco  por la larga ruta de la sierra y costa.

Es así como nuestro Maestro y su hermano Edwin iniciaron, muy jóvenes, una larga travesía que les llevó a hacer un recorrido transversal de gran parte del Perú Central. Partieron de Uchiza a lomo de caballo siguiendo  la ruta de Huacrachuco hasta llegar a la puna brava de Pinra, para de allí descender al cálido fondo de valle del Marañón. Luego ascendieron las vertientes orientales de la Cordillera Blanca, pasando por Parobamba,  para atravesar la divisoria por la puna de Condorhuasi, más baja y menos dura que la de Pinra. Así llegaron a Huallanca en donde abordaron el tren que les llevó a Chimbote. Luego, en esta ciudad, que todavía era un pequeño puerto pesquero, en realidad una caleta,  tomaron un bus para llegar a Lima por lo que después sería la Carretera Panamericana, pero que en ese tiempo era apenas una huella carrozable. De la capital fueron por la novísima carretera central hasta la ciudad de Huánuco.

Todo ese azaroso viaje –una verdadera aventura juvenil- duró exactamente un mes. Con el tiempo, varias décadas después, el Dr. Peñaherrera haría varias veces el recorrido entre Tingo María y Tocache por la Carretera Marginal de la Selva, distancia que se cubre hoy en día en… ¡dos horas y media!.  Dos horas y media contra treinta días: esa es la diferencia en distancia, pero expresada no en kilómetros sino en tiempo de recorrido, pero además es un ejemplo del progreso que se ha logrado en la articulación de nuestro complejo territorio, en la integración del país, progreso que, por supuesto, todavía resulta insuficiente para consolidar un Perú más próspero y equitativo.

Pero, lo más rescatable de ese largo viaje, es que permitió poner en contacto al joven Carlos Peñaherrera con la riqueza, variedad y complejidad de la Geografía de nuestro país. Allí el futuro geógrafo, descubrió, por ejemplo, que los bosques amazónicos, favorecidos, sin duda, por el ingreso de vientos húmedos de la amazonía a través de los valles que forman los ríos afluentes del Huallaga por la margen izquierda,  prosperaban a grandes altitudes, sin establecer prácticamente un sector de transición con las punas; se encontró también con las “punas bravas”, de gran altitud, azotadas por vientos helados y con temperaturas casi permanentemente negativas; tuvo el primer contacto con el fenómeno glaciar, ampliamente representado por los nevados de la Cordillera Blanca; pasó por el valle interandino del Santa, en el sector cercano al imponente Cañón del Pato; y recorrió el desierto costero en el tramo Chimbote – Lima, con todo lo cual hizo un primer contacto con la Geografía Física y Humana del Perú,  base inicial de ese compromiso de toda su vida con el Perú.


La formación profesional: el Perú y Francia en su camino
Una vez concluidos sus estudios secundarios en Huánuco, el Dr. Peñaherrera se trasladó a Lima, para ingresar a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde ingresó a las Facultades de Letras, para continuar luego Educación y Derecho e ingresar luego al Instituto de Geografía.  Allí el Dr. Peñaherrera completó su formación de geógrafo al lado de ilustres profesores fundadores de dicho Instituto, entre ellos el Coronel Roberto Dianderas y el Dr. Javier Pulgar Vidal. En ese ambiente universitario, nuestros Maestros Peñaherrera y Pulgar Vidal hicieron una sólida amistad que tuvo una primera prueba de fuego cuando, como resultado de sus ideas y compromiso político, el Dr. Pulgar Vidal tuvo que asilarse en la Embajada de Colombia a continuación del golpe de estado del Gral. Manuel Odría, en 1948, siendo el Dr. Peñaherrera el único amigo que le acompañó para ser recibido como refugiado político en esa legación diplomática.

Durante los años de la década de 1950 e inicio de 1960, el Dr. Peñaherrera  hizo dos viajes a Francia, apoyado con una beca de la UNESCO, primero, y del gobierno francés, después, para perfeccionar su formación de geógrafo y hacer cursos de post-grado. Entre otros, hizo cursos de Geografía Tropical, Geografía de Alta Montaña y de Morfología y Pedología en Aix-Marseille; y de Geomorfología, Planificación Regional, Geografía Humana y de Paisajes Rurales en Estrasburgo, con notables geógrafos franceses como Jean Tricart, Hildebert Isnard y Etienne Juilliard –la crema y nata de la Geografía Francesa de aquellos años-, todo lo cual, sumado a los numerosos trabajos de campo que desarrolló, sirvieron para afianzar sólidamente su formación de geógrafo, así como para entablar una profunda y duradera amistad con varios geógrafos franceses, particularmente con el Dr. Olivier Dollfus, un notable geógrafo francés peruanista, que fue uno de los primeros directores del Instituto Francés de Estudios Andinos (IFEA) con sede en Lima, y que durante décadas venía todos los años al Perú durante las vacaciones estivales del hemisferio norte, para realizar o dirigir investigaciones, oportunidad en la que ambos compartían ideas, experiencias y proyectos. Años después, ya de regreso en el Perú, Carlos Peñaherrera obtuvo el grado de Doctor en Geografía en la Universidad de San Marcos.


La enseñanza de la Geografía del Perú como un apostolado
En mi calidad de alumno de sus cursos sanmarquinos de Geografía Física, General y del Perú, así como de Geomorfología, recuerdo al Dr. Peñaherrera como un profesor altamente calificado, gran conocedor de la Geografía Física del Perú, y que no obstante sus múltiples actividades -pues sabíamos que en esa época era un alto funcionario, asesor del Jefe del Instituto Nacional de Planificación- ponía mucha dedicación al dictado de sus cursos, y entregaba a sus alumnos, sin reservas, sus vastos conocimientos y experiencia profesional, y aún, dedicaba muchos fines de semana a las “prácticas de campo”, óptima manera de concretar ese encuentro del catedrático y sus alumnos con el laboratorio natural de la Geografía, que es el Perú, con sus múltiples paisajes, sus regiones,  y sus contrastes físicos y humanos. Gracias a esa vocación y entrega, Carlos Peñaherrera contribuyó enormemente a la formación de generaciones de geógrafos que hoy trabajan en todo el país y aún en el extranjero en los más diversos campos de esta profesión.

Pero, todavía más que eso: el Dr. Peñaherrera se preocupó también porque sus discípulos, una vez egresados, tuviéramos la oportunidad de seguir calificándonos profesionalmente. Es así como ayudó decisivamente a que varios jóvenes geógrafos egresados de San Marcos,  postuláramos a becas para continuar estudios en Francia, país en donde él mismo se había perfeccionado –como ya comentamos- y donde contaba con numerosos colegas amigos. En mi caso particular, el vínculo que a través del Dr. Peñaherrera logré con el Dr. Olivier Dollfus, ya mencionado líneas arriba, fue fundamental para introducirme al conocimiento de la geografía francesa, a los estudios de aplicación a la realidad peruana realizados por geógrafos de ese país y que por estar publicados en idioma francés no conocíamos, así como para obtener la beca que me permitió continuar mis estudios de maestría y doctorado en Francia.

Es importante señalar que la vocación docente del Dr. Peñaherrera lo llevó no sólo a ser profesor sanmarquino. También ejerció por largos años como profesor de cursos de Geografía en el antiguo Instituto Pedagógico Nacional, en la hoy Universidad Enrique Guzmán y Valle “La Cantuta”, en la Academia Diplomática del Perú y en el Centro de Altos Estudios Militares (CAEM, hoy CAEN), entre los principales centros de educación superior, desempeñando importantes cargos como el de Director de Estudios Académicos en La Cantuta.

En San Marcos, su dedicación y trabajo fue de tal trascendencia y valía, que hacia fines de la década de 1980 fue elegido Decano de una Facultad que integraba a cinco carreras profesionales, entre ellas, obviamente, la de Geografía (Facultad de Geología, Minas, Metalurgia, Ciencias Geográficas y Mecánica de Fluidos). Asimismo, toda esta brillante carrera docente de más de 35 años, fue reconocida por nuestra Alma Mater que, a fines de 1993, le otorgó el reconocimiento de Profesor Emérito.

En otros centros superiores de estudios, como la Academia Diplomática del Perú, su curso de Geografía del Perú fue dictado durante muchos años y permitió a los futuros diplomáticos redondear con una percepción integral del Perú, complementada con los viajes promocionales que realizaban los alumnos a punto de egresar, uno de los cuales llevó al Dr. Peñaherrera y sus alumnos, a lo largo de un mes, a recorrer por tierra toda la sierra sur del Perú, viaje que, los ahora altos funcionarios diplomáticos, recuerdan como una “escuela abierta” para aproximarse al conocimiento del Perú profundo.


El geógrafo investigador en su laboratorio: el Perú
Pero, otra faceta de la contribución del Dr. Peñaherrera a la construcción de la  Geografía científica en el Perú, ha sido su labor de investigador, concretada en su mayor parte en múltiples publicaciones sobre temas de la Geografía del Perú, y particularmente sobre temas de geografía física, geomorfología, hidrografía y climatología. Son muchos los trabajos que habría que ennumerar, pero citaré sólo algunos: la “Síntesis Geográfica del Perú”, publicada con el auspicio del Instituto Panamericano de Geografía e Historia en Río de Janeiro, en 1966; la “Geografía Física del Perú, Tomo I, Aspectos Físicos”, primer compendio verdaderamente científico de la geografía física de nuestro país, publicado en 1969;  luego, el tomo correspondiente a la Geografía Física del Perú en la colección “Gran Geografía del Perú, Naturaleza y Hombre”, editada por el notable y recordado librero Juan Mejía Baca en 1986; el tomo de “Geografía” de la Enciclopedia Temática del Perú editada por el diario “El Comercio”, en 2004. Y, como director y co-autor, dos obras valiosas, publicadas por la prestigiosa editorial española Océano: el “Atlas Geográfico Universal y del Perú”, en 1997, y la “Enciclopedia del Perú”, en el 2001, obras, estas dos últimas, en las que tuvo la generosidad de confiarme la redacción de varios capítulos.

Muchas otras investigaciones no se concretaron en publicaciones tan difundidas. Menciono al respecto, por ejemplo, los años que dedicó al estudio del torrente de Payhua, un “huayco” que desemboca sobre la margen izquierda del río Rimac, a la altura de la ciudad de Matucana, a 2,400 msnm, con un funcionamiento intermitente, pero que significa un gran riesgo para la seguridad de los habitantes de esa ciudad y de las actividades económicas que ellos desarrollan. Esos y otros trabajos similares realizados en otras  quebradas, le valieron ser reconocido como el mayor especialista en el Perú sobre el fenómeno de las  lavas torrenciales, más conocido en nuestro país como “huaycos”.

Destaca también sus investigaciones para la identificación y reconocimiento de la región natural de “Ceja de Selva”, adicionalmente a las Ocho Regiones Naturales establecidas por Javier Pulgar Vidal. Esta región del piedemonte oriental andino, es la que también se conoce como “bosque de neblina”, “bosque pluvial” o “amazonía andina”, de montañas muy agrestes pero abundantes de vegetación tropical que es alimentada por las lluvias que transportan los vientos alisios procedentes del llano amazónico, lo que permite prosperar a una enorme variedad de especies de flora y fauna y le da el reconocimiento mundial de ser la región (el ecosistema) con la mayor diversidad biológica del mundo.

También como parte de sus preocupaciones intelectuales, el Dr. Peñaherrera investigó sobre los orígenes del río Amazonas. Ya en 1959, en un libro que publicó para alumnos de educación secundaria, afirmaba que el río Amazonas era el más largo del mundo y que superaba al río Nilo en 91 km, aserto que ha sido confirmado décadas más tarde por distintas misiones científicas del Perú y del extranjero, apoyadas con los recursos técnicos más modernos como son la información satelital y la cartografía digital. Esas investigaciones sirvieron también para establecer el verdadero origen del Monarca de los Ríos, de lo que ha quedado registro en numerosos publicaciones realizadas por prestigiosos investigadores internacionales, como la que dirigió el Dr. Bohumir Janski, de nacionalidad checa, que el 2005 dirigió la publicación del magnífico libro “Hacia las fuentes del Amazonas”. Para esto, el Dr. Peñaherrera ya había participado como asesor científico en la memorable expedición de reconocimiento de la factibilidad de la navegación fluvial entre el Amazonas y el Orinoco, a través del canal natural Casiquiare, proyecto que concretó la Marina de Guerra del Perú ante la iniciativa del propio Presidente del Perú, Fernando Belaúnde, en 1981; antes, el Dr. Peñaherrera había repetido, junto con otros científicos, de cabo a cabo, la ruta que siguió Francisco de Orellana en el descubrimiento del río Amazonas entre los años 1541 y 1542.

Las más altas cumbres: los dos Atlas oficiales del Perú
Sin embargo, las dos obras cumbres de nuestro Maestro han sido los dos únicos Atlas oficiales del Perú publicados en el siglo XX: el “Atlas Histórico, Geográfico y de Paisajes Peruanos”, editado en 1970 por el Instituto Nacional de Planificación; y el “Atlas del Perú”, publicado por el Instituto Geográfico Nacional en 1989. Como autor y director de dichos Atlas, y también editor del segundo de ellos, el Dr. Peñaherrera ha alcanzado las más altas cumbres de la Geografía del Perú, concretando un trabajo de tal magnitud, importancia y trascendencia que, guardando las distancias en el tiempo y en lo que hace a la disponibilidad de recursos técnicos, es sólo comparable a los trabajos que en el siglo XIX realizaron Mariano Felipe Paz Soldán con el “Atlas Geográfico del Perú” de 1865, y con la obra “El Perú” del sabio italiano Antonio Raimondi, editada en seis tomos entre 1875 y 1913. Ambos Atlas fueron trabajados a lo largo de varios años, coordinando el aporte de decenas de científicos y especialistas peruanos en las más diversas áreas del conocimiento: geografía, historia, ecología, sismología, edafología, hidrología y muchas más. En el proceso de elaboración del Atlas del Perú, este blogger tuvo la oportunidad de participar ante la convocatoria del Maestro, pero mi contribución se vió limitada porque, al poco de iniciarse los trabajos en el segundo semestre de 1986, tuve que asentarme del país para hacerme cargo de un proyecto del Banco Interamericano de Desarrollo en Bolivia, lo que sólo permitió que me reinsertara en los trabajos en la etapa final de producción del Atlas, ya en el año 1989.

Para dar una idea de la monumentalidad del trabajo que implicó la producción de los dos Atlas, quiero recordar la siguiente anécdota: hace ya muchos años, mientras participábamos en un evento académico, escuché de nuestro otro gran Maestro, el Dr. Javier Pulgar Vidal, decir que “Carlos Peñaherrera es el único peruano que se ha construido en vida dos monumentos”. Ante el gesto de sorpresa de quienes estábamos en el entorno, que nos mirábamos sorprendidos y nos preguntábamos unos a otros: “cómo es eso?”, el Dr. Pulgar Vidal agregó a continuación: “Sí, porque lo que Carlos  ha hecho al producir esos dos Atlas, que constituyen un cúmulo de conocimientos geográficos sobre el Perú, sólo merece esa calificación”. Sabias y muy justas palabras del Amauta.

Reconocimientos a su obra y docencia
Por supuesto que podríamos decir muchas cosas más del Dr. Carlos Peñaherrera. Por ejemplo, hablar de los reconocimientos de que ha sido objeto, tales como el Premio Nacional de Fomento a la Cultura “Antonio Raimondi” que, en mérito a su ya para entonces importante contribución a la Geografía del Perú, recibió del Instituto Nacional de Cultura en 1969. También de los cargos internacionales que ocupó, tales como el de Presidente de la Comisión de Geografía del Instituto Panamericano de Geografía e Historia, que ejerció desde 1997 a 2005, y que mereció, al final de su gestión, un reconocimiento de esa instancia del sistema interamericano del que deja constancia la fotografía que acompaña a esta semblanza.

Numerosas invitaciones en reconocimiento a su prestigio de docente e investigador le fueron cursadas al Dr. Peñaherrera de países de Europa y de América Latina. Específicamente mencionamos su amplia relación profesional y amical con el Dr. Víctor Volski, geógrafo Director del Instituto de América Latina de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética, que le invitó en 1977 a realizar un periplo de varios meses para dictar conferencias; visitar universidades, laboratorios y bibliotecas; e intercambiar información sobre proyectos de investigación y educativos con muchos científicos y educadores de varias de las Repúblicas de la ahora extinta URSS.

Asimismo, el Dr. Peñaherrera disfrutó de la amistad, admiración y reconocimiento de científicos e intelectuales de talla mundial. Menciono aquí sólo a dos de ellos: Jean Tricart, geógrafo-geomorfólogo francés, fundador y director del “Centro de Geografía Aplicada” de la Universidad Luis Pasteur de Estrasburgo, Francia, que gracias a sus investigaciones aplicadas, revolucionó la Geografía Física y logró prestigio mundial. Y, el economista polaco Ignacy Sachs, quien en la década de 1960 vinculó desarrollo económico con medio ambiente, acuñando el término de “ecodesarrollo”, produciendo y publicando numerosas investigaciones que han llevado a reconocerlo como el padre de la corriente, hoy dominante en el mundo, que conceptúa que no puede haber desarrollo social sin cuidado del ambiente. Sachs fue Director de Estudios de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (París, Francia) y asesor especial de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano que se realizó en Estocolmo, Suecia, en 1972,  y que es reconocido como el evento internacional en el que, por primera vez, se manifestó a nivel mundial la preocupación por la problemática ambiental global.

Los años postreros
La jubilación de San Marcos no acarreó tranquilidad y descanso para el Dr. Peñaherrera, tanto porque su espíritu siempre inquieto no se lo permitía, como porque, seguramente, la magra pensión de docente universitario le exigía procurar ingresos adicionales. El Dr. Peñaherrera se dedicó entonces a la consultoría, a dictar conferencias, a diseñar currículas de estudios, etc., proyectos para los que, en algunos casos, me solicitó apoyarlo.

Ya entrado el siglo XXI las energías del Dr. Peñaherrera empezaron a decaer. No podía manejar su auto y muchas veces que fui a visitarlo a su casa de la avenida Las Artes en San Borja, no lo encontré, pues había salido a hacer compras a pie al supermercado, a sacar fotocopias, etc, salidas que en alguna ocasión le produjeron caídas y fuertes golpes, incluyendo la cabeza. Entrando al invierno de la vida, su esposa Rosita me pedía al momento de despedirme luego de cada visita: “Lucho, ven siempre por favor. No sabes cuánto se alegra Carlos cuando lo visitas”. Pero lamentablemente esas visitas, por motivos mil, no podían ser tan frecuentes como lo hubiera deseado.

En la segunda mitad del año 2009 el Dr. Peñaherrera tuvo una delicada intervención quirúrgica. Cuando al tercer día fui a visitarlo no lo encontré en el piso y la habitación del Hospital Rebagliati que su esposa me había indicado, pero luego me enteré que todo el proceso se había realizado en el área de emergencia y que nunca fue derivado a piso. A los pocos días lo visité en su casa y lo encontré consciente y animado, lo que me generó expectativas de que se recuperaría pronto. Sin embargo, las esperanzas fueron apagándose gradualmente porque conforme avanzaron las semanas y los meses, su estado se fue deteriorando cada día más, demandando enormes esfuerzos económicos por parte de la familia para adquirir costosos remedios, pagar consultas médicas de especialistas y contar con una enfermera que lo asista a tiempo completo. La familia tuvo, entre otras, que vender su autito Peugeot. Es la manera como el Perú trata en la etapa final de la vida a sus hijos más ilustres.

Apenas iniciado el año 2010, el 8 de enero exactamente, su estado de salud y la situación económica familiar llegó a un punto tan crítico que, sumamente preocupado, redacté un mail que pasé a todos sus discípulos (geógrafos, diplomáticos, docentes) y amigos de los que pude conseguir su dirección electrónica. Recortando los aspectos más reservados del mismo, lo reproduzco a continuación: 

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Estimados amigos:

Sin ninguna autoridad, pero con mucho sentimiento y angustia, me tomo la libertad de dirigirles el presente para comunicarles algo de lo que todos ustedes, de alguna manera, ya han tomado seguramente conocimiento: el MUY crítico estado de salud de nuestro querido Maestro, el Dr. Carlos Peñaherrera del Águila.

Ayer sábado fui a saludarlo y el estado de salud en el que lo encontré, es realmente deplorable. Sumado a su extrema delgadez (calculo que debe estar pesando unos 35 kilos) se suma …., todo lo que requiere de extremos cuidados médicos y enormes gastos para su familia que...

No quiero fungir de adivino, pero tampoco aferrarme a fardo cerrado a un milagro que pueda disponer la Providencia, por lo cual creo que debemos estar preparados para lo que, intuyo, es su cercana y muy lamentable partida.

En estas circunstancias, me permito sugerirles considerar la posibilidad de algún tipo de ayuda a su familia y de homenaje a su persona. Desde mi posición de consultor individual es poca la convocatoria que puedo tener, pero estoy seguro que ustedes, como profesionales dedicados a la docencia e investigación universitaria,o a las funciones diplomáticas, pueden movilizar a más colegas y mayores recursos en estos momentos difíciles. Por supuesto que me sumaré plenamente a cualquier iniciativa que puedan ustedes convocar y liderar.

Sinceramente creo que en el momento de la inexorable despedida del Dr. Peñaherrera, podemos ahorrarnos enjundiosos discursos que, por cierto, se los tendrá muy bien merecidos. Pero considero que lo que no podemos hacer es quedarnos ahora atados de manos, cuando el Maestro todavía vive, aunque su existencia se va apagando cada día un poco.


Disculpen los términos tan directos y duros con que me dirijo a ustedes, pero espero que comprendan mi preocupación y el sentido de urgencia que creo tiene el iniciar una movilización para ayudar al Dr. Peñaherrera y su familia en lo que esté a nuestro alcance. Quedo muy atento a sus reacciones.

Reciban un fuerte abrazo de su colega y amigo,

Luis Oliveros

P.D. Por si acaso, les informo que ningún miembro de la familia del Dr. Peñaherrera tiene conocimiento de esta iniciativa y, menos, me ha insinuado que la promueva.
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El Dr. Carlos Peñaherrera del Águila falleció el 29 de marzo del 2010. En lo personal, prefiero quedarme con la imagen del Maestro íntegro y generoso frente a sus discípulos. De aquel que entregó todo su conocimiento y su constante apoyo y asesoría sin exigir absolutamente nada a cambio; sólo confiado en que, con esa entrega, seguía contribuyendo a colocar unos peldaños cada vez más sólidos para el desarrollo  y la difusión del conocimiento geográfico en nuestra querida Patria, en el camino a construir una Geografía más científica pero también más contributiva al logro de los grandes objetivos de desarrollo del Perú.

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